lunes, 28 de marzo de 2011

. Upside down .

Después de una gran odisea, mañana empiezo la facultad, a los veintidós años en lugar de a los dieciocho, como casi la gran parte de la población. Empiezo con un entusiasmo en particular porque estuve muy al borde de no hacer la carrera para la que siempre supe que estaba predestinada. Un entusiasmo particular que viene del hecho de no haber elegido un camino guiado por lo que pueda llegar a remunerarme el título en el futuro (que era hacia el que me empujaba mi viejo, por lo que entiendo que él no esté tan entusiasmado), si no por las ganas y la pasión con la que pretendo desarrollar la actividad que quise toda mi vida.
Y ese entusiasmo se ve mermado por mi vieja que, aparentemente, obra del modo opuesto que el resto de las madres del planeta: hay mujeres que les insisten a sus hijos para que estudien, para que tengan un título, para que no abandonen, para que no se conformen con trabajos mediocres. Mi mamá, en cambio, tiene la excelente idea de repetirme en la mismísima noche previa a mi comienzo universitario que lo que en realidad tengo que hacer es ponerme a trabajar.
Parece creer, además, que sólo porque le dije que mi prioridad era estudiar, ni siquiera me estoy gastando en buscar un trabajo, cosa que no es cierta, porque no paro de hacerlo desde enero. No es mi culpa que no surja nada. Lo único que puedo hacer es intentarlo y seguir buscando. Al fin y al cabo no depende sólo de mí. Sin embargo, para ella no es suficiente. Se la pasa diciéndome que “seguro si conseguís un trabajo que sea en el horario de la facultad, vas a desperdiciar la oportunidad”. ¿Cuál oportunidad? ¿La de atender un teléfono en un call center por un sueldo miserable y en unas condiciones insoportables? ¿Esa es la gran oportunidad que voy a perder por cursar tres materias de mierda?
Me indigna, me irrita y me frustra que me hable de esa manera. Se piensa que puedo esperar. Que puedo estudiar en cualquier otro momento y arrancar con un nuevo laburo, sin lugar a dudas tan patético como todos los otros que tuve hasta el momento. No entiende que necesito poner por delante el estudio. Que estoy cansada de ser la estúpida a la que llaman para venderle Internet a gallegos duros de entendimiento. Quiero prepararme para ser lo que sé que soy en el fondo. No quiero pensar solamente en lo que me hace falta ahora: quiero pensar en hacer algo en mi beneficio presente y futuro. Quiero hacer algo que tengo la chance de hacer ahora mismo. No sé qué me va a deparar el tiempo. No puedo esperar a los treinta años para arrancar una carrera de cinco/seis.
Tengo deudas y tengo problemas, ¿no los tiene todo el mundo? ¿Es tan terrible querer estudiar después de haberlo aplazado tanto tiempo, de haber sufrido y dudado tanto? Estoy logrando hacer algo que ya casi había dado por perdido y lo único que consigo de mi propia madre es exactamente lo que creí que nunca le iba a escuchar decir: que no le importancia a los estudios.
¿Estamos todos locos?

En fin. Sólo tenía que desahogar un poquito, porque todavía me lleno de incredulidad cada vez que tenemos esta misma charla, y especialmente no puedo creer que me lo haya vuelto a decir hoy. ¿Se piensa que no tengo suficientes frustraciones como para cargar encima con eso?

¿Wish me luck?

L.-

martes, 22 de marzo de 2011

. when cruelty is on the way .

Como primer punto, me gustaría aclarar que aunque este blog sufre largos períodos de abandono, siempre tengo la intención de retomarlo y de usarlo con regularidad para expresar un montón de cosas que, creo yo, distan mucho de lo que son las entradas de los primeros tiempos. En mi vida ya no se trata de estar enamorada de un imposible, de ir y venir con un novio que simplemente era obvio que no era para mí y que, bingo, resultó ser un completo idiota; no se trata de lloriquear porque no puedo comprarme un disco de Keane importado o contar cómo va mi proyecto de GreenStories, para lo que tengo otro espacio. Creo que ahora se trata llanamente de las cosas concretas e importantes en mi vida. Las cosas en las que quiero basar esa vida, las que quiero conseguir, las que quiero aprender, las que quiero enseñar. Y les aseguro que ni una de esas cosas son materiales. Se acabó el materialismo en mi existencia, porque me parece que al fin alcancé un punto que está más allá.
Dicho esto, aunque nadie lee mi blog y lo sé, y no los culpo, sé que ahora aún menos se van a interesar, y está bien. Después de todo, esto lo escribo para mí misma. Mis recuerdos, los que quizás pierda cuando mi memoria falle más de lo que ya falla, es lo único que quiero preservar.

El verdadero punto de esta entrada es una especie de análisis nacido a partir de un “debate” que hice mediante twitter con una amiga y que surgió cuando dije que me parecía que las personas que lastiman o matan a un animal, deberían ser tratados del mismo modo en que ellos trataron a sus víctimas. Lo que mi amiga Ale denominó, con razón, “ojo por ojo”.
Nunca estuve realmente a favor de la pena de muerte, pero me gustaría que todo el mundo parara un segundo y pensara en algo. Imagínense que asesinan a su padre por robarle el auto; que violan a su hermana cuando va a tomar el colectivo para ir al colegio; que abusan de tu hija de cinco años en el jardín de infantes. Imagínense la impotencia, el dolor, la desesperación que conllevaría enterarse de un hecho como ese. Piensen realmente lo que deben sentir las personas que de verdad pasan por estas experiencias, cambien de piel, pónganse en sus lugares. Y díganme que no pensaron, ni por un segundo, que los responsables de lo que le pasó a su padre, su hermana, su hija, su prima, su vecina, lo que sea, no merece sufrir tanto como la persona a la que hicieron víctima.
Ale me decía que yo, al querer matar, torturar, lastimar al responsable de algo semejante, me estoy convirtiendo en eso que quiero repudiar. Quizás sea así. Quizás en un momento de profundo dolor y desconcierto, en lugar de abrazar esa parte nuestra que es racional y justa, simplemente nos aboquemos a querer destruir, a querer devolver el golpe. Le dije que, por ejemplo, los pedófilos no merecen mi compasión. Que bajo ninguna circunstancia los defendería, nunca diría que sus vidas valen algo como para no castigarlos. Probablemente soy una persona horrible y todos me juzguen por lo que estoy diciendo. ¿Pero cómo se perdona una atrocidad semejante? ¿Pones a una persona detrás de las rejas y, con el sistema penitenciario de nuestro país, esperás a que en unos años, por buena conducta, lo dejen libre? Alguien que hace algo tan terrible como matar, violar, herir de esa forma, no se reforma. No se rehabilita. No cambia. Va a salir y va a volver a hacer lo mismo.
Sé que la pena de muerte tampoco sería la solución, que con cómo se maneja la justicia argentina, con mucha seguridad podrían condenar a alguien inocente, que todo se volvería un caos… pero lo que tenemos ahora tampoco es justo, así que yo me pregunto cuál es la verdadera salida.

Después de esto le dije a mi amiga que en realidad lo que a mí me importa en este momento no son las personas, si no los animales. El maltrato animal es un delito que debería ser penado por la ley, pero hagan la prueba de ir a la comisaría y denunciar a un cartonero por el estado en que está el caballo que tira de su carro repleto. Hagan la prueba de denunciar a ese vecino al que se le mueren todos los perros que tiene porque los mata de hambre. Se van a reír de ustedes, porque un animal en esta sociedad no vale nada.
Sostengo que nuestra especie es lo peor que pudo haberse creado. Somos los únicos animales que desatan conflictos bélicos; que matan por codicia, por celos, hasta por diversión; que destruyen a conciencia el lugar en que vivimos; somos los únicos animales con la inteligencia suficiente para razonar, ser lógicos, tomar decisiones, poner opciones sobre la mesa… y somos los únicos que hacemos todo mal.
Hace un tiempo me enteré de un caso que se dio en la zona del hipódromo. Un hombre, aparentemente borracho, VIOLÓ a una perrita, la lastimó, la desgarró y la dejó en un estado tan deplorable que estuvo al borde de la muerte durante unos cuantos días, pero que gracias a la ayuda de una rescatista de un refugio, logró sobrevivir. ¿Qué se hace con ese tipo? Les digo lo que se hizo: nada. No se hizo nada. Porque él es un hombre, y la perrita no sirve, no importa, no existe. Estos grados de perversión se extienden porque nosotros permitimos que se extiendan, porque nadie hace nada por evitarlo.
Tengo seis mascotas en mi casa en este momento, tres de las cuales si no estuvieran acá ahora, habrían muerto hace muchísimo tiempo. Dos perras y una gata que sufrieron abandono, una de las cuales llegó a mí con desnutrición, infección en la piel y casi un principio de hipotermia. Otra a la que mi mamá salvó de debajo de las ruedas de una camioneta. Y otra a la que dejaron en mi jardín hace catorce años simplemente porque no les interesaba tenerla.
Y también pasaron por acá muchos otros casos que demuestran que los humanos somos unos egoístas y nos creemos superiores cuando en realidad somos lo más bajo de la pirámide: cachorros de quince días abandonados en una caja a los que tuvimos que criar a mamadera; una gatita a la que habían, lisa y llanamente, cagado a palos hasta quebrarle la cola, que nunca pudo caminar del todo bien y que tiene, todavía hoy, algunas secuelas psicológicas. Perros a los que sus dueños dejaron porque se mudaban y no tenían espacio para ellos, perros a los que les cerraron la puerta de su casa para dejarlos en la calle, animales de todo tamaño, raza y color abandonados al costado de la ruta, muertos en la mayoría de los casos. Caballos al borde de sus fuerzas. Eso es lo que yo veo todos los días. Y me preguntan por qué no me gusta la gente…
Como para completar, los casos que están dándose en la provincia de Chubut, donde todas las noches salen a matar a los perros a palazos, con la excusa de la superpoblación y con ordenanza municipal en mano, en lugar de castrarlos y promover la adopción que es lo que en realidad se tiene que hacer. Las cazas de ballenas y de focas en otras partes del mundo, por no mencionar las cazas terrestres de zorros, ciervos y cualquier animal que se le ponga enfrente a un tipo con más balas en el rifle que cerebro en la cabeza.
Todos los días me levanto con una realidad que sigue empeorando y eso me llena de indignación. En muchos casos no hay mucho que pueda hacer, excepto mostrar mi desacuerdo y difundir la información que me llega. En muchos casos la impotencia es insoportable, y lloro de amargura y me pregunto por qué las cosas son así, a pesar de saber que son así porque nosotros así lo queremos.
Por eso el destino de la humanidad, pena de muerte o no, me tiene sin cuidado. Mi preocupación no está con los de mi misma especie. Ya somos lo suficientemente egocéntricos para encontrar la manera de salir airosos de la mayoría de las situaciones. Mi preocupación está con aquellos a los que nadie mira y a los que todos abandonan. Los que dependen de nosotros y no tienen voces con las cuales pedir ayuda o quejarse por lo que les toca vivir.
Yo estoy con los que no lastiman a nadie.

L.-

jueves, 13 de enero de 2011

. Empezando con retraso .

Quizás fue por vagancia, quizás fue un arranque de no querer ser convencional, pero no terminé de decidir mis propósitos de año nuevo hasta esta mañana. Como todos los años, los puse por escrito y me pareció una buena idea ponerlas en un blog donde podría verla todo el mundo (o las dos o tres personas que leen esto, en realidad), lo cual ejercería cierta presión y tal vez ayude a que cumpla varias.
Por eso, acá están. Veremos en diciembre qué tal me fue.

  1. Bajar de peso (unos 10 kilos estaría bien) y tratar de mantenerme.
  2. Participar del NaNoWriMo de este año (aunque sea con una historia para GS).
  3. Hacer todo el CBC.
  4. Tratar de ayudar a tantos perros/gatos abandonados como sea posible.
  5. Ir incorporando más comida vegana y descartando los derivados de animales.
  6. Unirme a alguna organización de defensa de los derechos de los animales y participar activamente; o al menos comprometerme con todas las causas que pueda, asistir a las marchas, firmar peticiones, difundir información, etc.
  7. Tener algo de plata ahorrada a fin de año.
  8. Ver Star Wars.
  9. Ampliar mi biblioteca todo lo que se pueda, con al menos un libro al mes.
  10. Escribir no menos de cinco historias.
  11. Ir de viaje, al menos un fin de semana.
  12. Sacar otro libro de GS.
Esperemos terminar mejor que el año pasado. Aunque definitivamente, las metas de este año son un poco mejor que las del que pasó.

L.-

martes, 11 de enero de 2011

. Otro tipo de historias verdes .

Tenía la idea de postear esto en facebook a modo de nota, pero cuando a mi computadora se le da por tener un berrincehe, hay páginas, aplicaciones y demás que no me deja usar. Así que copio y pego y espero que a alguien le interese leerlo:

Éstos son algunos tips que pueden ayudar a mejorar el estado del medio ambiente. Es muy importante que todos nos comprometamos con ésta causa. Si nosotros no cuidamos el lugar donde vivimos, nadie lo va a hacer.
Muchos son increíblemente fáciles de implementar y, además, van a hacer que se ahorren algo de dinero al año. Eso nunca está de más, ¿no?
Con que uno de nosotros se comprometa con al menos UNA de las cosas que figuran en ésta lista, va a estar haciendo un cambio ENORME para el planeta.
¡A ver con cual se pueden prender ustedes!

1) No utilizar bolsas de plástico, o al menos reducir el consumo: Las bolsas que nos dan en el supermercado tardan miles de años en desintegrarse y en el proceso producen muchísima contaminación. Se han desarrollado algunos plásticos degradables, pero ninguno ha demostrado ser válido para las condiciones requeridas en la mayoría de los vertederos de basuras. Por lo tanto, lo mejor que podemos hacer es, o bien reutilizar las que tenemos en casa, o reemplazarlas por bolsas de papel o de tela. Hay bolsas de tela ecológicas que no sólo son súper resistentes y útiles… ¡también son mucho más lindas que las de plástico!

2) El agua es un recurso no renovable. Según estudios recientes, sólo un uno por ciento de la superficie acuática de nuestro país es apta para el consumo. En un futuro tristemente cercano, ya no quedará agua potable para beber, bañarnos o cocinar. La mejor solución es ahorrar tanta agua como sea posible: acortá el tiempo de las duchas, no dejes canillas abiertas o goteando, ni la dejes corriendo mientras te lavas los dientes o lavas los platos. ¡Éste es un cambio muy posible! ¿Querés un ejemplo? A mí me gustaba disfrutar de duchas largas, de más de veinte minutos, pero ahora logré bajarlas a unos seis o siete minutos de duración. ¡Hacé la prueba!

3) El consumo de electricidad deja como consecuencia una importante producción de dióxido de carbono que afecta a la capa de ozono. Por esta razón es necesario apagar todas las luces que no se utilicen; no dejar enchufados cargadores de celulares o laptops aún cuando no se estén utilizando; no dejar encendidas la televisión, la radio o la computadora durante todo el día; reemplazar las bombitas de luz comunes por las de bajo consumo, que tienen una duración muchísimo mayor.

4) Reducir la utilización de papel ayuda a prevenir la deforestación. No te olvides que el papel en que escribís todos los días provino de un árbol. Los árboles son nuestra fuente de oxígeno y tenemos que cuidarlos. Reutilizá el papel, aprovechá todos los espacios imprimiendo de ambos lados, reciclalo siempre que te sea posible, reemplazá las servilletas de papel por las de tela. Plantar un árbol cada tanto también es una buena manera de contrarrestar el efecto, y además le ponés un poco de verde y belleza a tu casa, a la plaza del barrio o al lugar donde elijas ponerlo.

5) El tránsito es una de las principales fuentes de contaminación. Si tenés auto, disminuí las veces en que lo usas. Andá a trabajar los días de semana en tren, colectivo o subte, o compartí el auto con uno o más amigos que también cuenten con vehículo propio. Los contaminantes más usuales que emite el tráfico son el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno, los compuestos orgánicos volátiles y las macropartículas. Por lo que se refiere a estas emisiones, los transportes en los países desarrollados representan entre el 30 y el 90% del total. La mejor manera de evitar todo esto es andando en bicicleta. Es el medio de transporte más ecológico y, a la vez, vas a estar haciendo ejercicio físico, que nunca viene mal.

6) El reciclaje es uno de los mejores medios para prevenir la contaminación. Tal como el papel (ítem número 4), hay muchos otros elementos que pueden ser reciclados. Por ejemplo, es mejor comprar bebidas en botellas de plástico retornable o de vidrio, que comprar las que son desechables. Muchas empresas productoras de pilas están haciéndose cargo hoy en día de reciclar las que ya fueron consumidas: no las tires, devolvelas. Si el lugar donde vivís cuenta con un sistema de reciclaje apropiado, separá tus residuos según la clasificación de cada uno (normalmente son papel, vidrio y envases/plásticos). Si tu ciudad no cuenta con ello, proponelo o guiá mediante el ejemplo.

7) Para aquellos que estén de acuerdo con ese tipo de vida, el vegetarianismo/veganismo es una excelente manera de cuidar el medio ambiente. La producción masiva de carne lleva a la consumición de abundantes recursos naturales y contribuye a la contaminación debido a los constantes transportes de ganado; y los artículos de cuero, como los zapatos y las carteras, o los abrigos de pieles contienen muchos químicos que evitan la descomposición del cuerpo del animal y que producen efectos dañinos en la salud y la capa de ozono. Para muchos, la utilización de animales como comida, abrigo o demás, es una práctica cruel e inútil. A su vez, vas a estar consumiendo productos orgánicos y naturales que te van a hacer sentir mejor que nunca.

8) Secá tu ropa en una soga al sol, en vez de la secadora. Si se seca la ropa al aire libre la mitad del año, se reduce en 320 kilos la emisión de dióxido de carbono al año. También podés reducir otros 540 kilos anuales si evitas comprar productos envasados, disminuyendo tu basura personal a sólo un 10%.

Ésta es sólo una lista básica. Me pareció bueno incluir un poquito de todo, en lo posible con alguna breve explicación de por qué los distintos puntos ayudarían a preservar un poquitito más el medio ambiente. ¡Espero que muchos de ustedes lo pongan en práctica! Con un granito de arena cada uno podemos llegar muy lejos.

L.-

lunes, 10 de enero de 2011

. De Año Nuevo y calorías .

Todos los años los empiezo con una lista de resoluciones. Una de las fijas es volver a mi peso ideal, lo que significa que tengo la ardua y aburridísima tarea de ponerme a dieta por delante.
Cuando me hice vegetariana hace ya casi ocho meses pensé que también iba a bajar automáticamente de peso. Por alguna razón tendemos a relacionar dejar de comer determinados alimentos con adelgazar, pero eso no es cierto. Dejar de comer animales muertos no es sinónimo de dejar de comer cosas que engordan. Y eso se los puedo jurar.
Así que hace un par de semanas encontré en Internet una dieta vegetariana de Cormillot (el tipo me cae hiper mal, pero tiene algunas dietas copadas y no tan difíciles de hacer) y decidí dejar pasar las fiestas y después empezarla. Porque seamos sinceros, ¿quién empieza una dieta justo antes de Navidad y Año Nuevo?
Y acá me lanzo a mi meta que se repite cada doce meses, y sólo pocas veces logré alcanzar (y por un tiempo absurdamente limitado). Aunque la verdad es que no me interesa demasiado lo estético, lo confieso. Me basta con sentirme cómoda conmigo misma, no necesito entrar en un mini-short de 47st.

Normalmente empiezo el año ya con una lista de cosas en mente para cumplir, pero en esta oportunidad se ve que estoy más vaga de lo habitual, porque tengo dos o tres dando vuelta en la cabeza, pero ni me molesté en analizarlas demasiado. Quizás ya las tengo asumidas. Por ejemplo, una de ellas es rescatar un gatito/perrito de la calle, que viniendo al caso, ya lo hice, pero que no voy a dar por concluida, porque es algo que puedo hacer a lo largo de todo el año repetidamente. Otro es más bien un deseo de que me vaya bien en la facultad.
Creo que de verdad tendría que sentarme y pensarlo. Está bueno tener propósitos claros, alguna especie de camino delineado. Uno de ellos podría ser definitivamente actualizar este blog más seguido porque está prácticamente muerto. Pero no tiene mucho sentido porque en realidad a nadie le importa.

Así y todo es una buena señal estar ahí de empezar una dieta. Ya no me tomo esas cosas muy en serio, lo que probablemente signifique que haya algún fin de semana en que me interne en Starbucks y me zampe tres lattes de vainilla con carrot cake, pero que voy a bajar algunos kilos, los voy a bajar.

L.-

miércoles, 8 de diciembre de 2010

. De desempleos (no tan indeseados) y bebés .

La vida se desliza en la monotonía habitual de no tener trabajo, pero ésta vez en lugar de enojarme, fastidiarme, ponerme de mal humor y buscar trabajo compulsivamente online… lo estoy disfrutando tanto que no sé si quiero que se termine.
La cosa es así: en los últimos meses, o más bien en el último año, empecé a tomarme más en serio las cosas que de verdad me importan/ me gustan/ me hacen bien. Y una de ellas es, sorpresa sorpresa, escribir. Empecé a ser consciente de que los trabajos que voy teniendo no me importan tanto, porque no son lo que quiero hacer, así sea un buen puesto, donde me paguen bien o que medianamente me guste. Trabajar en el aeropuerto me gustaba. Pero me amargó un ratito nada más el no trabajar más ahí, supongo que porque fue inesperado. Después de eso, me di cuenta que ni siquiera me afectó. Me dio lo mismo.
No es que sea una vaga que se quiere quedar tirada en la cama todo el día, porque tampoco es así. Pero quiero dejar de hacerme problema por cosas que, al fin y al c
abo, realmente espero que sean pasajeras. Porque yo no quiero pagarle la devolución de impuestos a los extranjeros toda mi vida, o atender un teléfono en la recepción de una empresa o, peor, en un call center. No quiero trabajar en un negocio de ropa, ni hacer los receptivos de los cruceros, ni nada de eso. Quiero sentarme en frente de mi computadora y ser lo que sé que soy bien en el fondo de mi alma: una escritora. Hoy será Green Stories o Keane Fics, mañana será un libro de verdad, pero es esto. Esto y nada más.
Sé que es difícil y sé que muchos escritores se mueren de hambre toda su vida o terminan trabajando de otra cosa, por falta de suerte, por falta de talento, por falta de algo. Pero… siento que no me importa. Está bien, ahora no tengo problemas para mantenerme, no tengo a nadie a mi cargo, no tengo verdaderas responsabilidades y quizás por eso no me interesa. Pero no logro sentirme tampoco guiada por la idea de que la plata es la razón para hacer algo. No lo veo así. Hace ya bastante que me di cuenta que la plata no hace la felicidad. Puedo tener los bolsillos llenos laburando en cualquier parte, ¿pero en qué me va a hacer bien eso? ¿Comprarme cosas? ¿De verdad voy a basar mi existencia en una razón meramente material? Sí, me encantaría tener una laptop, pero si tengo que seguir con mi computadora de quince años tampoco me voy a morir. Sí, me encantaría ir a Inglaterra, pero en cuanto a magnitudes de sueños y deseos, ser yo misma, ser feliz y no tomar decisiones sólo basándome en cuánto voy a ganar o cuánto voy a tener le kickea el ass por mucho.

Así que acá estoy, feliz a pesar del desempleo; tranquila a pesar de que sé que en un tiempo las deudas me van a tapar la cabeza si no hago algo. Hoy tuve una entrevista para un puesto que en otro momento me hubiese vuelto loca por tener, pero salí de ahí pensando que más adelante los horarios de ese trabajo se superpondrían con los de la facultad y no podría hacer las dos cosas. Y me di cuenta que no me muero si no me llaman. Al contrario, sinceramente no me va ni me viene.
Si mi viejo leyera esto, me miraría horrorizado.

En cuanto a otras noticias, acá les presento a mi hermoso sobrino, un varoncito que estará naciendo aparentemente los primeros días de mayo, que se chupa el dedo en las ecografías y que está cada día más grande:

Me voy a pasar el resto de ésta noche demasiado calurosa escribiendo. Obviamente. Green Stories estrena en nada y no puedo parar un segundo.

L.-

miércoles, 1 de diciembre de 2010

. Departure .

Probablemente lo que voy a escribir debería llamarse resumen, pero me parece un título poco atractivo. Vayamos con el del tema de Mt. Desolation entonces.

La última vez que posteé algo acá era porque necesitaba compartir la alegría de saber que voy a tener un primero sobrino o sobrina. A pesar de algunas complicaciones al principio del embarazo, mi cuñada está ahora en un perfecto estado de salud, la pancita cada día más grande, y si todo sale bien en la ecografía que va a hacerse mañana ya sabremos el sexo. Estoy ansiosa por saber si tengo que correr a comprar un pantaloncito azul o un vestidito rosa.


En el pasado mes de octubre, como le he mencionado varias veces en éste mismo blog, estaba el tan esperado recital de Green Day, que terminó siendo esa ráfaga de aire fresco que a veces tanta falta me hace. Me hacía muchísima falta y tuve lo que esperaba y muchísimo más.
Al principio me preocupé varias semanas porque parecía que en el trabajo todo se me iba a ir al demonio por tomarme el día para ir al recital, pero al final quedaron en que me lo descontaban y nada más. Así que cuando salí de trabajar el jueves veintiuno de o
ctubre, cumpleaños de Camila, me fui directo a Caballito, a esperar que pasara el tiempo.
El viernes a las seis de la mañana estábamos arriba, entre preparativos y tráfico, llegamos al estadio poco antes de las nueve. Teníamos bastante cola adelante, pero nos sentíamos optimistas. Había sol, no hacía frío, no pintaba que fuera a llover.
¿Qué más podíamos pedir?
Había pasado el mediodía y parte del inicio de la tarde cuando s
e descontroló todo. De repente la fila delante de nosotras desapareció, se armó un nudo gigante de gente, perdimos los lugares, nos apretujamos, corrimos, nos cagamos de calor… y todo se fue a la mierda. Con una de las frustraciones más grandes que sentí en mi vida, salimos del enjambre y nos pusimos a pensar qué mierda íbamos a hacer.
Después de pensarlo un rato, decidimos ir al hotel. Dos de nuestras amigas estaban ahí, Tré había salido la noche anterior y la esperanza de ver a alguno siempre estaba. En un viaje en taxi que resultó interminable, fuimos al Four Seasons.
Ahí todo se puso un poco mejor. Descansamos, tomamos un café del Havanna de enfrente y logramos distendernos de las chicas. Vimos a Jason White dos vece
s (convencida de que lo estaban usando de carnada para que los otros pudieran salir más de incógnito no me quise mover, pero fue un poco en vano), Tré se asomó por la ventana con una Quilmes y Billie Joe saludó desde detrás del vidrio mientras hablaba por teléfono. También pudimos verlos cuando salieron del hotel y se subieron a la camioneta para ir al estadio (aunque yo sólo logré ver a Mike) y nos dimos cuenta que era hora de hacer lo mismo.
Nuestro objetivo era estar en la valla, pero a esa hora (como las ocho de la noche, más o menos) nos parecía imposible. Terminamos en el medio del VIP, que por suerte era un sect
or muy chiquito, pero veíamos bastante bien. y, de todos modos, cuando empezó el recital, nos dejó de importar todo. Camila y Carla se habían quedado perdidas al separarnos para ir al baño, así que pasé todo el show sólo con Paula, agarradas para que no nos apartaran, ni nos pegaran.
Todavía, a poco más de un mes, no tengo forma alguna de describirlo. Fue el
mejor recital al que fui en mi vida, la emoción fue gigantesca porque fueron muchísimos años ansiando que se acordaran de venir. Saltamos, cantamos, gritamos, nos abrazamos y hasta nos miramos con intención de meternos en el pogo. Simplemente increíble. Simplemente un sueño.


Tanto fue así que, dos días más tarde, Paula creaba en facebook un grupo llamado Yo También Quiero que Vuelva Green Stories. Una semana después, había cien personas unidas. ¿Tenía opción? Terminé de escribir “Love is the End” para Keane Fics y me metí de lleno en “Homecoming” una historia de Billie Joe que empezaremos a postear en enero, cuando tengamos la página nueva de Green Stories al fin creada del todo. Hoy, la última vez que chequeé el grupo, había ciento ochenta y un personas. Creo que ni siquiera en las buenas viejas épocas de GS logramos algo así.
El Staff, como nos gusta llamarnos, se puso a trabajar con todo y tenemos tantos planes que no puedo evitar sentirme entusiasmadísima con esto, hacer que de pronto mi vida entera gire en torno a esto.

Lo que me recuerda… también en octubre, antes del recital, me inscribí a la facultad. Durante meses estuve dando vueltas la idea de anotarme en Turismo, por la salida laboral… pero no. Decidí que lo mejor que puedo hacer es probar suerte en lo que me gusta. Si no lo intento, nunca me lo voy a perdonar. No voy a saber qué hubiese pasado. Y así, fui con Emanuel hasta la sede de Puán de la UBA y me anoté en Letras, prometiéndome a mí misma que voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para ser lo que quiero ser: escritora. Y si no lo logro, al menos sé que no fue porque no le puse ganas.

Después de todos éstos acontecimientos no pasó nada demasiado emocionante, al menos no algo que no esté relacionado con esos ítems en particular.
Hasta éste domingo que pasó.
Estaba en el trabajo, esperando que me fueran a reemplazar para poder ir al baño y cambiarme: me iba a tomar el 8 hasta Caballito para ir a ver la última película de Harry Potter con las chicas. Veo venir a mi supervisora, guardo mis cosas y espero que entre. Le digo que me voy a cambiar mientras cuenta la caja y ella me dice que tiene que hablar conmigo.
Y en menos de dos segundos me había quedado sin trabajo otra vez.
No termino de entender bien del todo qué fue lo que pasó: si me rescindieron el contrato porque ya pasaron tres meses, o porque me mandé alguna cagada, o por qué otra razón.
Así que me cambié, agarré mis cosas, dije au revoir y me fui a tomar el colectivo. Durante un rato estuve bastante enojada, más que nada supongo que porque fue de golpe, no me dieron explicaciones y yo creía que podía estar tranquila por lo menos hasta enero.
Pero se me pasó. Lo analicé. Lo pensé. Me di cuenta que ni siquiera me molesta. Era sabido de antemano que había un cronómetro en todo esto. Ya lo tenía asimilado. Y no es como si hubiera perdido un contrato con una editorial. Es simplemente otro de los tantos trabajos pasajeros que tuve/tendré hasta poder hacer lo que realmente quiero hacer (y créanme cuando digo que lo voy a hacer).
Así que hoy fue mi primer día de regreso al desempleo. Eso explica por qué volví al blog (sinceramente, entre el trabajo, Green Stories, Keane Fics, la lectura y demás, no tenía tiempo para esto y lo fui dejando de lado). De manera que ahora es posible que vaya contando las peripecias varias de lo que se viene. Aunque advierto que me lo estoy tomando con calma y puede terminar siendo aburrido.

L.-