viernes, 19 de marzo de 2010

. Dinner at eight .

Acabo de llegar a casa. Todo lo que atiné a hacer fue cambiarme y conectarme a Internet.
Y no, no es que estuve perdida en Lugano desde ayer y recién ahora encuentro cómo volver a Monte Grande. No. Fui a cenar con Adrián.
Me duele la cabeza y me está entrando sueño, pero el caso es que todo salió más o menos como yo lo quería, con la excepción de que prácticamente no tuve que plantear ninguno de los puntos que necesitaba plantear, porque él mismo los había pensado y decidió ponerlos sobre la mesa.
En realidad... supe que estaba lista para la segunda oportunidad cuando llegué al restaurante donde habíamos quedado (que dicho sea de paso es al que me llevó la primerísima vez que salimos) y nos abrazamos. Con ganas, con fuerzas. Como si ninguno de los dos fuera a soltar al otro.
Hablamos largo y tendido. Los dos expusimos nuestros puntos de vista, lo que queríamos, lo que esperábamos, lo que necesitábamos, lo que temíamos. Y en un momento, cuando estiraba la mano por encima de la mesa para agarrar la mía, me dijo una de las frases más lindas que jamás me hayan dicho: "Si te tropezás quiero ser una pierna para vos, una mano cuando no puedas escribir, ojos cuando no puedas ver..." y de repente sentí que todos esos fics que llevo años escribiendo rayaban la realidad, no eran imposibles. Esos rasgos maravillosos que encontraba en los personajes podían trasladarse a personas reales.
Después de comer, fuimos a caminar. La noche, si bien pegajosa, estaba ideal para darle vueltas a la fuente de la plaza, rodeada de unas flores amarillas brillantes, mientras espantábamos grillos y, de a poco, nos empezábamos a reencontrar. Me hizo reír una y otra vez (no hay nada como un hombre que te sabe hacer reír), fuimos y vinimos bajo el cielo sin estrellas, casi violáceo.
Cuando me acompañó a tomar el remis, era como si estos últimos días no hubiesen pasado. La sensación de familiaridad, de confianza, de cariño... sigue todo intacto, como si no hubiésemos llorado una sola lágrima. Como si las decisiones que tomamos para encaminar las cosas en el lado correcto hubiesen surgido de la lógica o de la mismísma nada.
Estoy bien. Probablemente un poco dormida y en un momento poco lúcido para la escritura, pero al fin y al cabo, bien. A veces puedo ser un tanto retorcida, pero tarde o temprano termino encontrándome la vuelta.

Incluso me dijo que adora el hecho de que sea una groupie de Keane. Si eso no es que me quieran exactamente por lo que soy, entonces no tengo idea a qué carajo se refieren.

L.