¿Alguna vez tuvieron la sensación de tener la cabeza repleta de pensamientos, de ideas, de reflexiones y, al mismo tiempo, completamente vacía?
Eso es lo que me está pasando a mí últimamente. Por un lado, no dejo de pensar en que:
- Necesito conseguir entrevistas de trabajo enseguida;
- Necesito que esas entrevistas vayan GENIAL y tener trabajo lo más pronto posible;
- Tengo que pagar muchísimas deudas;
- ¿Por qué llegó otra factura de celular?
- Matemáticas, matemáticas, matemáticas;
- Contabilidad, contabilidad, contabilidad;
- Tengo que empezar a moverme antes de asentarme demasiado y terminar con un culo gigantesco que rebalsa de las sillas;
- ¿Cómo carajo se supone que voy a escribir esta historia de mierda?
- Uff, ¡asco, asco! ¿Por qué me siguen traumando los recuerdos de mi ex?
- Pará, ¿me estás diciendo que la tarjeta de crédito YA VENCIÓ?
- ¿Por qué mierda los putos de IBM no dan la cara y me pagan de una vez lo que me deben?
- ¡¿Cómo es eso de que suspendieron el recital de Green Day?!
Pero, por otro lado, nada. Un zumbido. Silencio. Ni la más mínima actividad cerebral. A pesar de todas las preocupaciones y los quilombos que se me están viniendo encima, parece que sigo funcionando en piloto automático. Estoy en ese momento en que yo tiro currículums a dos manos y trato de hacer que las cosas funcionen, pero dependen sólo un 50% de mí. Porque por más que haga lo que haga, lo que necesito es que alguien me llame. Se interese, se de cuenta que puedo hacer algo, por poco que sea. Necesito que me den una oportunidad.
Mientras tanto me estreso sobremanera pensando cómo voy a hacer para pagar las facturas que se acumulan sobre mi escritorio. Me quedo encerrada en casa por el mero hecho de no tener que pedirles a mis viejos que me den plata para salir. Me tiro en el sillón todo el día a mirar el mundial (¡sí, yo mirando fútbol!) o devoro libros uno tras otro sólo para matar el tiempo. Me doy cuenta que la vida que estoy llevando me va desgastando y trato de concentrarme en otras cosas y simplemente me termina ganando la preocupación, el stress y la montaña de problemas, que ya es demasiado alta para mi pobre metro sesenta (bueno, está bien… metro cincuenta y ocho).
Trato de relajarme y no desesperar. Todos los días me digo a mí misma que ya va a aparecer algo. Lo que pasa que cada vez me cuesta más convencerme, a medida que pasan los días y voy faltando a la promesa que me repito incansablemente.
Más que nunca estoy vagando entre live blogs y life doubts.
Lo único que me anima en éste momento es saber que estoy sola, no necesito estar fingiendo que me importa una relación que no me hace feliz. Me anima saber que soy yo misma y que no necesito de otra persona para sentirme completa.
Me anima que Tim haya dejado atrás la vergüenza y se haya decidido a cantar Your Love en vivo. Me anima todavía tener cosas como esas, que parecen insignificantes, pero me arrancan una sonrisa a pesar de todo.
L.-
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