Espero que ésta sea la última vez que tenga que escribir al respecto porque la irritación que tengo ya alcanzó un nivel, en palabras de Tom, MASSIVE.
Hoy (siendo el comienzo del día seis de julio, cuando escribo esto, quizás debería decir ayer) recibí tres, TRES, mails de Adrián.
Ni siquiera sé por donde empezar. Lo estoy hablando con Oli por MSN y lo único que podemos analizar es el grado de enfermedad que presenta este chico.
El primer mail llegó hacia las dos y pico de la tarde. ¿La razón? Me recomendó para un trabajo tipo call center, que según él no lo es, pero en fin. O sea… gracias, pero, ¿por qué te metes? ¿Qué carajo sabes qué estoy haciendo de mi vida? Y, aparentemente, sí sabía. Por lo que decía su mail, entendí que, de alguna parte, estaba recibiendo información mía. Me empecé a preguntar de dónde mierda la estaría sacando, dado que corté todo tipo de comunicación con gente que pudiera linkearme con él. Tengo que decir que eso resultó un poco creepy.
Decidí no responder. Más que nada porque sabía, conociéndolo, que eso derivaría en un mail más de respuesta y después otro y así. Ya me pasó antes.
Dos horas más tarde, llega el segundo: Recibiste el mail que te mandé, Lau?
Mi irritación aumentó. Me descargué un poco en twitter, como venía haciendo a lo largo del día, y seguí buscando un regalo de cumpleaños para mi hermano con mi mamá.
Y, hace un par de horas, estando en la casa de mi hermano precisamente por su cumpleaños, me llega el tercer mail, titulado “tristeza”. Mientras lo abría ya me imaginaba, con el BlackBerry escondido debajo de la mesa, el lloriqueo acostumbrado de está bien, no te jodo más, yo solo quería saber como estabas. Que, de hecho, estaba. Pero no sólo eso.
Estuvo leyendo mi twitter, es decir, todas mis descargas a lo largo del día, entre ellas You’re so pathetic, that’s why you’re single (sos tan patético, por eso estás soltero). Está bien, quizás yo soy un poco forra diciendo esas cosas… ¿pero qué mierda iba yo a saber que el tipo me está trackeando por todos lados? Cuando le dije CLARAMENTE, meses atrás, que no quería hablar más con él ni tener ninguna clase de contacto, creí que eso era suficiente para dar el tema por zanjado. Pero NO. A eso le siguieron, contando los de hoy, como cinco o seis mails más.
Estoy tan histérica que no sé ni qué escribo. No puedo creer que alguien sea tan pesado. Está bien, como dice Paula, él no me hizo nada grave como para ponerme de ésta manera, pero lo más probable es que mis reacciones se basen en mis propios traumas, de haber actuado en contra de mi naturaleza, haber hecho cosas que en realidad no quería hacer, haber sido tan infiel a mí misma como lo fui. Haber pasado casi seis meses siendo alguien que no era capaz de reconocer. Es algo que no me voy a perdonar nunca. Haber tomado decisiones por las razones equivocadas, haberme obligado a querer algo que jamás iba a ser para mí.
En fin, me estoy yendo de tema. La cuestión es que su mail, dramático como de costumbre, estaba cargado de frases como: “me duele seguir pensando en alguien que no lo merece”, “yo lo único que hice mal fue amarte”, “mi salud es un desastre y mi mente está quemada”, o “hacé de cuenta que estoy muerto, vos para mí ya lo estás”. Esto sólo me lleva a lo mismo de siempre, pensar que es un fatalista egocéntrico, como lo fue desde el primer momento en que lo conocí.
Y sí, egocéntrico, a pesar de que por ahí se me puede acusar de que soy yo la que está actuando bitchy ahora (y en cierta manera, siempre lo fui un poquito). Todo siempre se trató de él. Él y su año de mierda. Él y sus tristezas. Él y sus fracasos. Él y sus anécdotas. Él y sus amigos. Él, él, él. Traerlo a comer a casa era una tortura: toda mi familia sentada incómoda a la mesa, mientras él no paraba de hablar o cortaba los comentarios de otras personas para contar sus propias experiencias. Cuando cortamos, mi hermano me dijo “no sé cómo lo aguantabas, no paraba de hablar”. La verdad, no sé. Muchas veces en la oscuridad de la noche, cuando me voy a dormir, todavía me pregunto en qué estaba pensando.
¡Cuántas ganas de responderle que tengo ahora! Pero sé que eso sólo acarrearía más quilombos y más mails y no tengo ganas. Principalmente porque aquello que tengo para decir son los siguientes ítems:
1) Está bien, yo puedo estar siendo un poco dura, pero no tenes idea lo que es tener que soportarte.
2) Quizás está bueno que, si lo que querés de una relación es atención, vos también lo prodigues. Una relación se basa en cosas mutuas, no en cubrir las necesidades de uno solo.
3) No podés ser tan terriblemente depresivo y fatalista. Todo el mundo pasa por un montón de mierda en su vida, pero si todos lloriqueáramos como vos, sería mejor meter la cabeza debajo de la almohada y rendirse al fin del universo, porque es imposible ser optimista así.
4) Si no te contesto un mail es por una de dos razones: o bien no quiero, o bien no tengo nada agradable que decirte. De cualquier manera, lo mejor es que no insistas, porque si me hinchas las pelotas, las respuestas te van a gustar todavía menos que un silencio.
5) Que stalkees a alguien es absolutamente perturbador, lo cual se añade a la larga lista de cosas QUE NO TENÉS QUE HACER CON LAS MUJERES.
6) Capaz si te hubieses quedado un poquitititito callado me hubieses conocido más y no te hubieras sorprendido tanto ahora con algunas cosas que quizás estás descubriendo.
7) NUNCA me gustó que me cantaran. Me parece patético, incómodo y aburrido. Y se siente taaaaan bien decirlo.
8) Que me dedicaras canciones quizás no estaba tan mal. Que eligieras las que yo te tenía que dedicar a vos era simplemente lastimoso.
9) Perdoná si alguna vez te hice creer que podíamos estar toda la vida juntos. Pero siempre fui una persona hecha para estar sola, me gusta estar sola y simplemente quise averiguar si algo más normal podía ser para mí. Aprendí de una que no.
10) Te ruego de rodillas que no vuelvas a nombrar a Tim nunca más. Jamás. Por favor.
Después de esto me siento un poquito mejor. Ni siquiera sé si todo lo que escribí tiene coherencia alguna. Son las dos de la mañana y lo único que hago es golpear los dedos contra el teclado para sacar la mayor parte de frustración posible de adentro.
Y sí, tal vez esté siendo increíblemente mala con este asunto. Pero desde que terminé con él, no hay un solo día en que haya podido evitar pensar en los meses que estuvimos juntos. Ningún recuerdo me resulta grato. Ninguno. Y a veces me dan ganas de darme la cabeza con fuerzas contra la pared, a ver si me da una contusión y se me borran algunos. Sería más fácil.
Me vuelvo a mi mundo de fantasías. Espero que no haya más interrupciones.
L.-
PD: A éstas alturas que el mismísimo Adrián lea esto me parece posible. Si es así, perdón por la crudeza, pero vos una vez me pediste sinceridad, y acá la tenés en su estado más puro. Espero que mis palabras, quizás dichas en la manera de la más dura crítica, te sirvan de algo en relaciones futuras. Disculpá la desilusión que te di, pero me cambiaste demasiado y odié en lo que me convertí. Que te vaya bien y ¡hasta nunca!